Eclipse y Esplendor de lo Humano

Un amigo me preguntaba qué era lo que en realidad tenía en mente con las entregas dominicales, más o menos sistemáticas, del eclipse de lo humano. Como ha sido hasta aquí, con ocho entregas sobre el bien de la vida.

Pues bien, para responder a mi amigo, me pareció que era necesario escribirlo.

Cada época se define, en cierto sentido, por cómo entiende lo humano. Hoy, asistimos a un tiempo y fenómeno inquietante: una cultura que, en nombre del progreso llamado avance civilizatorio, ha ido borrando una a una las huellas de lo humano. A este proceso lo hemos denominado el eclipse de lo humano.

No se trata de un cambio accidental, sino de una mutación profunda del sentido común. Allí donde antes había certezas enraizadas —la diferencia sexual, el valor de la vida, el cuidado de la salud, la familia, la ciudad, la naturaleza, la economía, el trabajo, la educación, la cultura, la política y la religión—, ahora encontramos redefiniciones ideológicas que desfiguran la realidad.

El recorrido que hemos emprendido en esta serie muestra un itinerario inquietante en relación a los bienes humanos fundamentales.

La vida, siempre considerada sagrada, se convierte en objeto de cálculo: se decide quién merece nacer y quién debe morir, según criterios de autonomía o de utilidad.

La salud, en lugar de custodiar la integridad del cuerpo, se redefine como derecho absoluto a modificarlo, incluso contra su naturaleza. Y una noción de bienestar que se cuela en todos los ámbitos de la existencia. Curar, cuidar, acompañar, ya no son los criterios de la acción medica.

Varón y mujer, que fueron principio de complementariedad y fecundidad, se presentan como construcciones intercambiables, sometidas a la lógica del género.

La familia, fundamento de toda cultura, es reducida a contrato revocable o a laboratorio de afectos efímeros.

La naturaleza, antes considerada como casa común, es ahora absolutizada hasta convertirla en dios o al hombre en su enemigo.

La ciudad, antaño lugar de encuentro y amistad cívica, se disuelve en redes de intereses fragmentados o en un escenario de lucha de clases y opresión. En donde importan más los territorios que las personas.

El trabajo y la economía también han sufrido esta mutación: lo que fue perfección humana, vocación y servicio se reducen a técnica, especulación y poder.

La educación, que debía consistir en acompañar a la persona para que saliera de sí misma y tuviera una relación amorosa con las diferentes dimensiones de la realidad, se transforma en ingeniería social, construyendo la realidad, desde el llamado homo faber centrado en el desarrollo de habilidades técnicas y no en la adquisición de virtudes.

La cultura, llamada a nutrir de belleza y sentido, lo que contemplamos, lo que hacemos y lo que fabricamos, se degrada en propaganda, relativismo y cancelación.

La política, que nació para el bien común, se degrada en teatro de facciones, de corrupción y manipulación del poder.

Y la religión, raíz de toda civilización, es arrinconada a lo privado, impidiendo que tenga reconocimiento en la vida pública, como de hecho nació el cristianismo o convertida en espiritualidad ligera incluso en la negación y perversión misma del sentido religioso del hombre con el neopaganismo o el ateísmo práctico.

Este mapa del eclipse de lo humano no es fruto del azar. Responde a una antropología deletérea, destructora, que atraviesa la modernidad y que, en distintas etapas —ilustrada, marxista, liberal o posmoderna—, ha ido sustituyendo lo real por lo ideológico.

Bajo la promesa de emancipación, el hombre ha terminado prisionero de sus propias construcciones, sufriendo abandono y soledad.

Sin embargo, al mostrar este panorama no buscamos desaliento, sino comprensión.

El lector que se adentre en las entregas que iremos y hemos ido compartiendo, encontrará no solo la crítica a las ideologías progresistas, sino también la invitación a recuperar una mirada más plena sobre lo humano.

Porque allí donde todo parece oscurecerse, la fidelidad a la verdad, al bien y la belleza —del varón y mujer, de la vida, de la salud, de la familia, de la ciudad, de la naturaleza, del trabajo, de la economía, de la educación, de la cultura, de la política y de la religión— sigue brillando como lámpara que orienta en la noche, para vivir aquellos bienes fundamentales sobre la base de la libertad, la seguridad, la justicia y la paz.

El eclipse no es el fin, sino la oportunidad de redescubrir la grandeza de lo humano, justamente porque lo vemos amenazado.

Esta serie quiere ser una brújula para ese redescubrimiento.

El primer empeño ha consistido y consistirá en ir develando quiénes y cómo se ha ido negando el sentido común, a través de una serie de entregas en formato breve, acompañado de la bibliografía que podrá ayudar a quienes deseen profundizar más en las cuestiones tratadas. Son textos propedéuticos, de inicio, sin pretensión académica, sino de divulgación.

El segundo empeño será de más largo aliento y que llamaremos el esplendor de lo humano.

Para tal propósito se intentará entregar textos breves, de no más de 50 páginas, en formato de libros, en las que se desarrollará cada uno de los bienes humanos fundamentales desde una antropología y filosofía política realista, sapiencial. Con el fin de ir a las raíces de aquello que somos y advertir la belleza del hombre que vive desde Dios, cultivándose y perfeccionándose con los otros hombres en sociedad y para que con la perfección alcanzada, pueda entregarse, dándose, regalándose a los seres que amamos.

Esperamos que nos acompañemos en esta travesía, como esa segunda navegación, que permitirá comprender con sentido y forma a la maravillosa realidad humana que se ha querido eclipsar.
Segunda navegación que tendrá como principio primero la afirmación en clave del republicanismo clásico: el hombre es un ser social por naturaleza.

Esperamos no naufragar en el intento. Lo invito a esta aventura apasionante del pensar.

Santiago del Nuevo Extremo, 14 de septiembre del 2025. La Exaltación de la Santa Cruz.

Nota:
Las entregas de Polites News, no son artículos académicos, sino escritos de divulgación para un público general, que no siempre tiene acceso a las discusiones y autores que inspiran muchas de las ideas en boga.

El Autor: Juan Carlos Aguilera P.
Dr. Filosofía y Letras. Universidad de Navarra.
Catedrático de Filosofía. Director de Empresas Familiares.
Fundador del Club Polites.
Contacto: 569 91997881.

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