En su influyente ensayo Active and Passive Euthanasia (1975), James Rachels desafía uno de los pilares más sólidos de la ética médica tradicional: la distinción entre matar y dejar morir. Desde el utilitarismo, afirma que no existe diferencia moral significativa entre ambas acciones si el resultado es el mismo: la muerte del paciente.
“Si se permite dejar morir a un paciente, entonces, en algunos casos, debería permitirse matarlo”, escribe, con una frialdad argumentativa que no oculta su propósito de reconfigurar nuestras intuiciones más elementales.
Aunque Rachels da un paso más allá: si el sufrimiento es evitable, y si matar conlleva menos dolor que dejar morir, entonces matar podría ser moralmente preferible. La consecuencia lógica de este razonamiento es la legitimación de la eutanasia activa como un deber compasivo. Pero esta “compasión” sin rostro y sin misterio termina por vaciar el corazón moral de la medicina, transformando al médico en ejecutor del fin calculado de la vida.
La crítica que aquí se impone no es sentimental, sino filosófica. ¿Puede reducirse la moral a la lógica de las consecuencias? ¿Puede un argumento que prescinde de la dignidad intrínseca del ser humano fundar una ética verdaderamente humana? Al igual que Peter Singer y Michael Tooley, Rachels parte de una antropología debilitada, que no reconoce en la vida humana ningún valor anterior a la autonomía o al bienestar subjetivo.
En The End of Life: Euthanasia and Morality (1986), Rachels sostiene que la santidad de la vida humana es una idea teológica, no moral. Esta afirmación, cargada de racionalismo secular, revela el núcleo de su filosofía. Para Rachels, la ética debe emanciparse completamente de cualquier marco trascendente. Pero al hacerlo, renuncia a toda pretensión de universalidad. La dignidad humana ya no es dada, sino otorgada por consenso, por ley, o por deseo. Y lo que puede ser otorgado, puede también ser retirado.
Frente a esta visión, autores como Leon Kass, Robert Spaemann, Vittorio Possenti y Josef Ratzinger recuerdan que la dignidad humana no es un accidente biográfico, ni una convención social. Es un dato ontológico, inalienable, que precede a cualquier cálculo.
Kass advierte que “una sociedad que no sepa por qué no debe matar a sus miembros más débiles, terminará por perder todo respeto por la vida humana”.
Y Spaemann, en Personas, expresa con agudeza: “la persona no es algo que uno llega a ser cuando cumple ciertas funciones, sino alguien que ya es, desde el comienzo”.
En la práctica, la lógica de Rachels ha penetrado en los sistemas de salud que hoy discuten la eutanasia como un “derecho”. Pero lo que se presenta como liberación, encubre una trampa cultural: la vida humana se vuelve negociable. El paso de una ética del cuidado bien entendido a una ética de la eliminación es corto cuando se suprime la noción de lo inviolable.
La paradoja de Rachels es trágica: en nombre de la compasión, legitima el acto de dar muerte; en nombre de la racionalidad, anula laconciencia moral más elemental; y en nombre de la libertad, desprotege al más vulnerable. Una sociedad que lo siga sin reservas no será más justa, sino más fría. Como sostuvo Jean- Marie Lustiger, una civilización comienza a morir cuando ya no sabe por qué vale la pena vivir… ni por qué vale la pena no matar.
Santiago del Nuevo Extremo, 17 agosto del 2025. XX Domingo del tiempo ordinario.
Bibliografía
- Rachels, James. Active and Passive Euthanasia. The New England Journal of Medicine 1975; 292:78-80.
- Rachels, James. The End of Life: Euthanasia and Morality. Oxford, University Press, 1986.
- Kass, Leon. Life, Liberty and the Defense of Dignity: The Challenge for Bioethics. Encounter Books, 2002.
- Spaemann, Robert. Personas: Ensayo sobre la distinción entre “algo” y “alguien”. Eunsa, 2007.
- Lustiger, Jean-Marie. La elección de Dios. Planeta, Barcelona, 1989.
Nota:
Las entregas de Polites News, no son artículos académicos, sino escritos de divulgación para un público general, que no siempre tiene acceso a las discusiones y autores que inspiran muchas de las ideas en boga.
El Autor: Juan Carlos Aguilera P.
Dr. Filosofía y Letras. Universidad de Navarra.
Catedrático de Filosofía. Director de Empresas Familiares.
Fundador del Club Polites.
Contacto: 569 91997881.
